Cádiz » La tacita de plata»
Lo primero un comentario sobre el sobrenombre de la ciudad. Este se debe a que la ciudad antigua que está en una ‘isla’, tiene forma de taza y al estar rodeada por el Atlántico, cuando el sol se refleja en el agua parece un mar de plata. Nuestra visita a la ciudad nos dejó la idea que se trata de una ciudad muy especial y que desde luego su mayor activo, por encima de las preciosas callejas de la parte antigua, construidas en su mayoría con la piedra ostionera que se trata de una roca sedimentaria muy porosa formada por restos de conchas marinas y piedras erosionadas del mar como se puede comprobar en su preciosa catedral, así como las ruinas de su teatro romano, y sus preciosos paseos al borde del mar, como el llamado ‘Malecón’ y las diferentes alamedas y jardines con unas plantas y uno arboles bellísimos, alguno de ellos con unos troncos inmensos, es su gente. En nuestra corta pero intensa visita pudimos hablar con diferentes personas: una farmacéutica, una vendedora de especies y té, los camareros del restaurante donde comimos y todos nos trataron con una gran amabilidad y simpatía, con el típico gracejo gaditano, que nos dibujaba en cada oportunidad una sonrisa en la cara.

La Catedral, y la vista de la ciudad desde su torre
Como podréis comprobar se trata de una catedral bastante moderna que se encuentra en una plaza en cuya parte izquierda se encuentra otro templo muy especial, la iglesia de Santiago Apóstol. Pero lo que hizo muy interesante la visita a la catedral es el poder subir a la torre por una rampa en forma de caracol que al final te hace llegar bastante cansado, pero el cual desaparece al poder contemplar el panorama que se ve desde élla.

Otra de las visitas imprescindibles es la visita a la iglesia de San Felipe Neri, lugar donde tuvieron lugar las reuniones de los diferentes delegados, tanto de la peninsula como de las colonias, para la redacción final de la Constitución de 1812, La Pepa que debe su nombre a que se firmó el 19 de marzo.
También me gustaría mencionar dos cosas. La primera la visita a la ciudad nueva, una ciudad moderna que se encuentra en un istmo que une la ciudad vieja con la peninsula y que tiene unos 2 kilometros de largo por 500 de ancho y es donde estan los grandes edificios y comercios de la ciudad. Y finalmente no puedo acabar sin explicaros el placer de comer unas tortitas de camarón o una ración de cazón en adobo o unas ortiguillas que por si solo hicieron que valiese la pena la visita a la ciudad de Cadis que finalmente abandonamos para dirigirnos a Funchal en Madeira.
