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Belém, 18 de Marzo de 2024

Belém

Tras un día de navegación por el Amazonas, pasando nuevamente por Fazendinha donde dejamos a los pilotos que han ayudado al capitán a navegar por el rio, llegamos al inmenso delta del Amazonas y dirigiéndonos nuevamente hacía el sur nos aproximamos a la ciudad de Belém, nuestro siguiente destino.
Belém es la capital del estado de Pará y tiene un poco más de 1.500.000 habitantes. Se trata de una ciudad portuaria y puerta de entrada a la zona del Bajo Amazonas brasileño, hallándose en la bahía de Guajará. Es una ciudad que en su barrio marítimo conserva la arquitectura colonial portuguesa con un rico patrimonio cultural.
La primera cosa que nos chocó es que fuimos advertidos que el barco fondearía en una zona lejana del puerto de Belém y seriamos llevados a la orilla por unas embarcaciones locales.
Tras dejarnos en un embarcadero en la ciudad de Trapiche de Icoaraci deberíamos subir a un autobús que gratuitamente nos llevaría a la ciudad de Belém en un trayecto de unos 45 minutos. Para ello debíamos recoger los tiques para bajar, pero esta vez no nos levantamos temprano y fuimos a buscar los billetes para el tender a las 7 de la mañana.
Nos fuimos a desayunar y esperamos en la cabina la llamada para ir al punto de encuentro, para coger el tender a las 9,45. Llegamos a la ciudad de Belem y descendimos del bus en la Estaçao das Docas una hora más tarde.
Durante el trayecto hasta llegar a la estación, pasamos por el extrarradio y nos percatamos que todos los comercios están abiertos, pero cerrados con verjas que abren cuando llega el cliente, también los bares y restaurantes. Todas las aceras estaban llenas de bolsas y de basura. Esta suciedad terminó al llegar a la zona donde están los concesionarios de coches y la zona residencial con altos edificios nuevo

Llegados a nuestro destino nos dirigimos por una ancha avenida a la plaza de la Republica donde se encuentra el Teatro de la Paz, antigua opera de Belém, junto a diferentes edificios coloniales.

Imagen del Monumento a la Républica

El teatro fue el primer edificio cultural inaugurado en el Amazonas en 1878, durante el boom de la fiebre del caucho. Es uno de los teatros más lujosos del Brasil, con una arquitectura neoclásica inspirada en el Teatro de la Scala de Milán.

Entre sus características, encontramos un suelo de madera que tiene el dibujo del símbolo de la paz hindú, la cruz gamada que posteriormente se apropió Hitler.
Hacemos una visita guiada en portugués por el teatro y la guía nos indicó que la gran sonoridad que tiene la sala es debida a un depósito de agua que hay bajo el escenario y que en su inicio era una medida de seguridad contra incendios, al ser casi todo el teatro construido en madera, pero que se ha mantenido debido a la mejora de la sonoridad que produce. Allí nos encontramos con unos compañeros del crucero.
Escalera de entrada a la sala desde el vestíbulo.

Imagen y video de la sala.

Juntos nos dirigimos a la iglesia de Nazareth que solo visitamos por fuera.
Desde allí y por calles con unas aceras terribles, llenas de agujeros, llegamos a una zona comercial con un gran ambiente, junto a la plaza de la Bandera. Allí nos avisó un señor de una tienda que tuviéramos cuidado ya que había dos jóvenes que nos venían siguiendo. Tomamos las medidas de seguridad oportunas y nos dirigimos hacia la zona de la Catedral que al llegar estaba cerrado y solo la pudimos ver por fuera. Es la foto de la portada.
Cerca de allí se encontraban el museo episcopal y la Casa de las 11 janelas (ventanas). Otra muestra de arquitectura colonial.
Mientras visitábamos el fuerte de Presepio, una fortificación del siglo XVII como venía siendo normal últimamente, empezó a llover y tuvimos que ponernos los chubasqueros y abrir los paraguas.
Pasamos por la plaza del Reloj y el muelle de pescadores que estaba lleno de unos pájaros entre buitres y cóndores que estaban comiendo de la basura, atraídos supuestamente por el fuerte olor de pescado podrido que había en la zona.
Pasamos por el Mercado de Ver-o-Peso, un bullicioso mercado, lleno de lugares donde comer y beber, donde nos tomamos un refresco.
Desde allí nos dirigimos a una zona muy moderna que es el terminal de Docas. Se trata de una revitalizada zona portuaria que ahora es un bullicioso complejo de tiendas, restaurantes y bares de diseño. En su exterior junto al rio hay una especie de monumento a las antiguas grúas que había en este lugar. Tras mirar las tiendas y comprar alguna cosa, volvimos a coger el autobús que nos devolvió al muelle por el mismo trayecto que en la ida.
Tras coger un barco local que nos llevó al crucero, subimos a comer al buffet que ya estaba a punto de cerrar y con ello terminamos nuestra visita a la ciudad de Belem, que nos volvió a dar la sensación de haber tenido un pasado esplendoroso, pero que en la actualidad y debido a la falta de inversión, se trata de una ciudad con un encanto decadente, muy sucia y diríamos que abandonada a su suerte. Una sensación que nos han dado todas las ciudades de Brasil con excepción del centro de Rio de Janeiro.
Dejamos el Amazonas y Brasil para dirigirnos hacía el Caribe. Nuestro próximo destino es el puerto de Bridgetown en las Islas Barbados que se hallan a 1164 millas náuticas.

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