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Antsiranana – Madagascar, 9 de Febrero de 2024

Antsiranana-Madagascar

Dado la corta distancia que recorrimos hasta nuestro próximo destino, la ciudad malgache de Antsiranana también conocida por su antiguo nombre de Diego Suarez, llegamos a nuestro destino a primera hora de la mañana, tras una sola noche de navegación.
El puerto se halla ya en territorio de la extensa isla de Madagascar que es recorrida por una cordillera que divide la isla en 2 regiones climáticas. La costa occidental que es desértica, con altas temperaturas en el que destaca el color rojo de su tierra y la parte oriental con mucha vegetación donde el color verde se impone en el paisaje.
En total tiene 5 zonas geográficas. Las Tierras Altas donde se ubica la cordillera que la atraviesa. El Altiplano, la zona más poblada, con valles y colinas. La zona Este donde hay grandes bosques, ríos, y abundan los arrozales y las plantaciones de vainilla, cacao y café. La Zona Oeste árida y desértica y finalmente la zona Norte que es donde llegamos que también hay abundante vegetación.
Existe una característica de los malgaches y es que su piel es más clara que la del resto de africanos, debido a que sus ancestros en su mayoría eran indonesios que llegaron navegando a sus costas.
A principios del siglo XVI fue descubierta por los portugueses. Pasaron por ella también los británicos, pero fueron finalmente los franceses los que se anexionaron la isla por completo en 1895 tras derrotar a la reina Ranavalona III del Reino de Merina que perduraba 1540. Ésta se exilió un año después, al tiempo que se instituía un mandato militar francés y Madagascar era proclamada colonia francesa e incluso tropas nativas malgaches lucharon la II guerra mundial. Finalmente, en 1960 consiguieron la independencia.
Atracamos en un inmenso puerto formado por varias bahías más pequeñas.
El nombre antiguo de la ciudad tiene una historia curiosa. A principios del siglo XVI, un escuadrón portugués de 13 barcos cruzó el Océano Índico; uno de estos barcos se fue a la deriva, por lo que su capitán, Diego Díaz, fue el primer europeo en descubrir la Isla Grande el 10 de agosto de 1500. En febrero de 1506, el almirante Hernan Suárez reconoció el lugar y le dio el nombre de Diego Suárez, que proviene de la combinación del primer nombre del capitán y el nombre del almirante.
Su nombre actual es Antsiranana, que tiene es el mismo nombre de la provincia de la que es capital y tiene una población de 160.000 habitantes.
  La excursión se inicia a las 8,15 y tras descender del barco subimos a un 4por 4 Hunday bastante deteriorado ya que le falta la maneta de una puerta, así como los asideros interiores y con unos asientos bastante degradados.
Somos 4 hispanohablantes y además del chofer nos acompaña un guía local que nos habla en inglés y que posteriormente conseguimos que hable también en italiano y que por falta de espacio se ubicó en el maletero. La mañana se presentaba soleada y calurosa.
La excursión nos llevó a unos 46 kilómetros del puerto y tras transitar por el centro de la ciudad, viendo diferentes edificios como el ayuntamiento y la plaza principal con  reminiscencias coloniales, abandonamos la ciudad por la carretera nacional que se dirige hacia el sur de la isla y nosotros que nos las prometíamos felices al ser una distancia no muy larga, pronto nos dimos cuenta de que a pesar de la corta distancia el tiempo para llegar al parque sería superior a la hora y media debido al pésimo estado de la carretera, llena de baches y agujeros, lo que hizo que el chofer tenga que ir zigzagueando.
Y todo fue a peor al coger el desvío hacia el parque, atravesando multitud de pequeños poblados con chabolas de lata en su mayoría y con multitud de niños pequeños que nos saludaban al pasar.
Atravesamos un poblado mayor creado por los franceses en su época para instalar una base militar y que se llama Joffreville.
Desde allí se iniciaba un camino de tierra con peores condiciones aun que los anteriores, lo que hizo que nuestras lumbares empiecen a sufrir de lo lindo.
Por fin llegamos a la entrada del parque y desde allí continuamos unos 3 o 4 KM adelante rodeados de un extenso bosque tropical.
Bajamos del coche y empezamos una caminata por un sendero a través del bosque que nos llevaría hasta una cascada.
Por el camino pudimos observar inmensos árboles, así como algún tipo de pájaro exclusivo de la zona, un enorme ciempiés que es muy venenoso, un camaleón en una rama de una planta que estaba muy camuflado.
Durante el camino oímos el sonido que emiten los lémures, pero no tuvimos oportunidad de ver ninguno de cerca. También nos encontramos con una inmensa en el tronco de uno de los árboles.
De repente unas nubes negras que veíamos a lo lejos en nuestro camino se instalaron en la zona y empezaron a dejar caer gotas en su inicio. Pero la situación pronto cambió y el aguacero pasó a ser intenso, mojándonos por completo al no ir preparados ante la eventualidad de la lluvia.
Alcanzamos la cascada, pero la fuerte lluvia solo nos permitió tomar un par de fotos, para posteriormente irnos rápidos por el sendero hasta alcanzar la zona donde estaban aparcados los coches. Entramos en el vehículo, completamente mojados e intentando secar los objetos que llevábamos sobre todo los móviles y cámaras. En este momento se nos vino por primera vez a la mente que estábamos navegando por unos países que se encuentran en su temporada de lluvias, y que hasta ahora habíamos tenido mucha suerte.
Empezamos a circular de vuelta por la misma ruta, pero ahora empeorada por el barro y los ríos de agua en los márgenes e inmensos charcos que no permiten calcular la profundidad del bache.
Íbamos en caravana, cuando al tomar mal uno los baches la rueda de nuestro coche se pinchó.
Al chofer le costó mucho sacar la de repuesto que eras una de esas ruedas delgadas que sustituyen a las pinchadas ya que le costaba abrir el maletero. Ninguno de los coches de la expedición se paró a ayudar y en cambio sí lo hizo una camioneta de transporte de pasajeros local que venía en sentido contrario.
Tuvimos que bajar del coche bajo la lluvia, mientras cambiaban la rueda, volviendo a mojarnos nuevamente durante los 20 minutos que duró la operación y comprobando una vez más como nadie de la organización se paraba ni siquiera a preguntar si necesitábamos algo.
Continuamos el regreso con el miedo en el cuerpo de que se volviese a pinchar la rueda y no poder llegar con este coche al barco. Pero finalmente tras otro largo trayecto bajo la lluvia, llegamos a Diego Suarez con más de una hora y media de retraso sobre el tiempo previsto y el guía nos pregunta que si queremos parar a hacer compras indicándole que con lo mojados que estábamos, solo queríamos llegar al barco para darnos una ducha de agua caliente y cambiarnos la ropa.
Llegamos al barco a las 14,30 subimos, nos duchamos, sacamos todas las cosas de las mochilas y las pusimos a secar junto con la ropa y zapatos que estaban empapados. Con posterioridad fuimos al mostrador de excursiones donde realizamos una reclamación.
En el momento de la partida del crucero el cielo vuelve a estar despejado y desde el barco pudimos realizar algunas fotos de la ciudad y de su entorno.
Para ampliar la información sobre este destino os vamos a mostrar unas fotos de otro de las excursiones, donde fueron unos compañeros y que nos parece que también son muy atractivas. Se trata del Tsingy Rouge Park, una formación pétrea de laterita roja formada por la erosión del río Irodo y que se halla a 60 Km de la ciudad y con una carretera tan deficiente como por la que circulamos nosotros. Desde luego las imágenes son espectaculares.
Y así terminó nuestra aventura de 2 días en Madagascar, la primera de grato recuerdo y la segunda no tanto debido al imponderable de la climatología, aunque lo cierto es que la naturaleza que observamos era impresionante y apenas modificada por el hombre. También pudimos comprobar la vida tan precaria que viven los habitantes sobre todos los de las pequeñas aldeas, con una economía de supervivencia.
Ahora nuestro rumbo nos lleva hasta la isla de Mauricio que se halla a 674 millas náuticas y os dejo con una imagen que nos certifica que después de la tempestad siempre viene la calma.

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