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Manaos, 13 y 14 de Marzo

Manaos, 13 de Marzo (1er día)

Manaos es la capital del gran estado de Amazonas, el mayor de Brasil. Situada a orillas del rio Negro, en el noroeste de Brasil. La ciudad tiene 2.376.000 habitantes y es uno de los principales puntos de partida para llegar a la cercana selva amazónica. Junto a la ciudad se encuentran las oscuras aguas del rio Negro con las marrones y turbias del rio Solimoes dando origen al Amazonas.
Su nombre tiene el origen en una tribu indígena que vivía en las afueras de la ciudad y se llamaba Manaós. Es una de las ciudades del Brasil donde más pescado por cápita se consume debido a la abundancia de peces deliciosos y únicos al tratarse de peces autóctonos. El rio Negro tiene muy pocos peces y animales en general debido a que sus aguas muy ácidas contienen poco oxígeno. Fue fundada en torno a 1669 por los portugueses como la fortaleza São José do Rio Negro; fue elevada a villa en 1832 con el nombre de Manaus en homenaje a los indios manaós, siendo legalmente convertida en ciudad el 24 de octubre de 1848 con el nombre de Cidade da Barra do Rio Negro. El 4 de septiembre de 1856 nuevamente recuperó su nombre actual. La ciudad se hizo muy rica y prospera a partir de la década de 1870 gracias al comercio del caucho que empezó a desempeñar un papel importante en el incipiente sector industrial. El látex extraído del árbol del caucho brasileño era de una calidad muy superior al africano, hasta entonces líder en el mercado.
Con la riqueza del caucho, Manaos vivió una ‘Belle Epoque’ en la que se construyeron una serie de edificios clásicos como el Teatro del Amazonas y la Alfandega que se prefabricaron en Europa y se montaron en Brasil. Algunos habitantes de Manaos eran tan ricos que las mujeres mandaban lavar su ropa en París porque creían que las aguas oscuras del rio Negro podían manchar los tejidos. Durante el boom del caucho la ciudad fue conocida como el ‘París de los Trópicos’.
Tras la caída del mercado del caucho brasileño sustituido por el caucho del sudeste asiático, la economía de la zona quedó estancada hasta la década de 1960 cuando se creó la Zona Franca de Manaos que a día de hoy se ha convertido en un Polo industrial de vital importancia para la economía del estado y representa una buena parte de la producción industrial del Brasil.
Curiosidades a parte habíamos contratado una excursión ajena al barco y como habíamos de salir a partir de las 9, hora prevista de llegada al muelle móvil de Manaos, nos levantamos pronto para desayunar, tras lo cual subimos al puente 14 para ver la aproximación a Manaos y cuando estábamos atracando vimos cómo se iba acercando una tormenta que fue dejando el cielo negro y de repente tuvimos que salir corriendo para evitar mojarnos.
Nos informaron que, motivado por la tormenta el barco no había podido poner las pasarelas para descender y que tendríamos que esperar un poco a que amainase el temporal.
Sobre las 9,45 nos indicaron que ya podíamos descender bajo una lluvia moderada, pero para salir del muelle teníamos que tomar un microbús que nos llevaría a la terminal donde nos estaba esperando la persona que nos iba a hacer de guía en la excursión contratada por el Rio Negro y la selva amazónica. Al ir a coger los buses y por falta de organización se formó un gran lío con toda la gente queriendo entrar en los buses y colándose.
Finalmente pudimos coger uno y llegar a la terminal donde nos espera el señor Pepe que nos acompañó a un muelle, donde una motora nos estaba esperando para iniciar la excursión bajo la lluvia. Lo primero que nos dijo es que Manaos se halla a orillas del Rio Negro ya que el Amazonas que en su tramo inicial hasta Manaos se le llama Solimoes se une al Negro unos kilómetros más abajo.
Salimos del puerto de Manaos dirigiéndonos hacia el norte pasando bajo el único puente que existe sobre el rio Negro que mide 3.595 metros.
Tras una navegación de unos 45 minutos pasando por unas zonas ricas en bosques amazónicos y manglares, donde nos dijo que podía haber caimanes y junto a algunas casas aisladas cercanas a la orilla llegamos a una zona donde hay una especie de embarcaderos flotantes en el rio con instalaciones donde uno podía bañarse e intentar tocar a los delfines rosas.
En este primer lugar el guía nos dice que parecía que no había y nos trasladamos más al sur hacía otra zona con este tipo de embarcaderos donde descendimos y vemos como una mujer se lanzó al agua con pescado y finalmente acudió un delfín rosa que el guía nos explicó que al igual que los flamencos toman ese color por la alimentación que comen.
Hicimos fotos y video, pero nadie se atrevió a bajar al agua ya que está lloviendo.
Tras pasar una media hora en esta especie de casa muelle flotante, con baño y todo, nos dirigimos más al sur para llegar hasta la comunidad indígena de Tatuyo, donde fuimos a visitar a una tribu amazónica y su jefe nos iba a explicar, en un perfecto castellano, sus tradiciones y costumbres en el interior de una de las cabañas del poblado.
Nos hicieron varios bailes y en el último participaron las mujeres del grupo. Nos dieron a probar su comida entre ella hormigas tostadas. Tenían tambien expositores con una serie de collares y mascaras artesanales que estaban a la venta.
Al salir el guía nos enseñó diferentes árboles y plantas entre ellas una de la que se saca el curare, así como una planta de coca.
Tras esta visita volvimos a la barca, por suerte ya había dejado de llover y nos dirigimos hacia el sur pasando nuevamente bajo el puente y la ciudad de Manaos, hasta llegar al lugar donde se juntan los dos ríos.
Subimos por el Amazonas y era interesante ver el tramo del rio con dos colores, uno oscuro del Rio Negro y otro marrón del Amazonas bajando uno junto al otro sin mezclarse.
Tras pasar por varios poblados con casas palafitos, llegamos al lugar donde íbamos a comer en un buffet con pollo, arroz, feijoes y dos tipos de pescado uno de ellos es el pirarucú, un pez gigante que puede llegar a los 3 metros de largo y pesar 250 kilos. Lo cierto es que su sabor es muy bueno.
Tras comer y a través de unas pasarelas de madera, bastante precarias, nos adentramos en el bosque unos cientos de metros, siendo acosados por unos monos pequeñitos que nos pedían plátanos. Llegamos a un mirador sobre una laguna donde estaban flotando unos grandiosos nenúfares.
Después por otro camino llegamos a los pies de un árbol inmenso que se llama angelim rojo. Esta especie son los árboles más altos de la Amazonia. A la vuelta en la laguna pudimos observar unas garzas.
Volvimos a la lancha y tras un corto recorrido, paramos en un lugar que tenía una especie de piscinas donde la gente puede intentar pescar con unas cañas rusticas un pirarucú. Era imposible ya que no hay anzuelo y el pez se come el cebo sin problemas, pero uno podía notar notar el potente tirón del inmenso pez.
Tras ello nos dirigimos hacia un poblado que está compuesto por casas flotantes. Tenían clínica, policía, escuela y comercios todo ello habilitados en casa encima del agua del rio.
Se estaba haciendo tarde y pronto iba a anochecer y nos dirigimos hacia el sur para llegar al denominado ‘Encuentro de las aguas’. Es el lugar de encuentro del Río Negro con el Río Solimões, pero sin mezclarse, lo que hace de este uno de los fenómenos más bellos del Amazonas. La fuente del Río Negro se encuentra en Colombia mientras el rio Solimões nace en Perú, cruzando la frontera con Brasil.
Cuando se encuentran, sus aguas (negras y fangosas) no se mezclan debido a la diferencia de densidad y velocidad. Los dos ríos discurren uno al lado del otro durante más de 6 km.

El Río Negro es un río de aguas muy oscuras, su color se debe a la gran cantidad de ácidos orgánicos resultantes de la descomposición de la vegetación. Tiene un alto grado de acidez, con un pH de 3.8 a 4.9 y una temperatura promedio de 28º C, fluye lentamente a aproximadamente 2 km por hora. El río Solimões, por otro lado, tiene un color fangoso muy similar al café con leche, esto se debe a la gran cantidad de sedimentos que transporta el agua a medida que fluye por los Andes, es más frío que el Río Negro, tiene 22º C. y fluye mucho más rápido, alrededor de 6 km por hora. Finalmente se empiezan a mezclar y mantienen el color marrón hasta su desembocadura.

Tras contemplar esta magnífica visión regresamos hacia Manaos rápidamente ya que la noche se nos echaba encima y tras parar a repostar en una curiosa gasolinera flotante, la lancha nos dejó en la terminal de cruceros a punto de coger el bus que nos iba a llevar al barco.
Así termino nuestro día de aventuras en la Amazonia y lo cierto es que fue una experiencia única y enriquecedora. Al día siguiente teníamos la visita a la ciudad.

Manaos 14 de Marzo (2ºdía)

Tras desayunar, habíamos quedado con nuestros amigos Carme y Armand para visitar la ciudad. Salimos a las 8,45 y nos dirigimos hacia la cercana catedral de la Inmaculada que se halla justo en el lado opuesto de la plaza Osvaldo Cruz que está a la salida del terminal del puerto de la ciudad.
Tras la visita al interior, salimos a la plaza y justo delante nuestro se halla el reloj municipal de Manaos que tiene arquitectura neoclásica y su equipamiento fue importado de Suiza. El monumento formó parte del programa de embellecimiento de la ciudad que se realizó a mediados del siglo XX
Seguimos hacia el interior de la ciudad a lo largo de una avenida con numerosas tiendas sobre todo de ropa, electrónica y ópticas, con gente anunciando a pie de calle con micrófonos, los productos que vendían en cada una de ellas. La sensación es que se trata de una ciudad muy comercial y con mucha vitalidad.
Llegamos al Teatro de la Amazonia, antiguo teatro de la Opera. Es el principal símbolo cultural y arquitectónico del Estado, ubicado en Largo de São Sebastião, en el centro de Manaos, mantiene viva gran parte de la historia del ciclo del caucho, la época dorada de la capital del Amazonas.
Inaugurado el 31 de diciembre de 1896, el Teatro nos sorprendió y encantó por su grandeza. Catalogado como Sitio Histórico Nacional en 1966, conserva parte de la arquitectura y decoración originales. El estilo arquitectónico es renacentista, con detalles eclécticos. En el área externa, llama la atención por su exuberancia, la famosa cúpula, compuesta por 36 mil piezas con los colores de la bandera brasileña, importadas de Alsacia. La mayor parte del material utilizado en la construcción del teatro fue importada de Europa: las paredes de acero de Glasgow; los 198 candelabros y el mármol de Carrara de las escaleras, estatuas y columnas eran de Italia.
La sala de conciertos tiene capacidad para 684 personas, distribuidas entre la platea y tres plantas de palcos. Es imposible no quedar fascinado por el techo cóncavo, sobre el que hay cuatro lienzos pintados en París por la tradicional Casa Carpezot.
Separando los cuatro lienzos podemos observar un dibujo que parece que nos encontremos bajo la Torre Eiffel. Las lienzos representan música, danza, tragedia y ópera. En el centro, una majestuosa lámpara de araña francesa de bronce.
Tampoco pasan desapercibidas las máscaras de las columnas de la platea , que rinden homenaje a compositores y dramaturgos como Aristófanes, Molière, Rossini, Mozart y Verdi.
El telón del Teatro Amazonas es otra rareza. Fue realizado en 1894 por el artista brasileño Crispim do Amaral y describe el encuentro de los ríos Negro y Solimões.
En el Salón Noble, donde ocurrían los grandes eventos sociales de la época, destaca la pintura en el techo.
Realizamos una visita guiada en portugués viendo todas las estancias, dándonos cuenta de la magnificencia del edificio.

Entre las curiosidades también mencionar que hay una maqueta del edificio donada por la casa Lego construida con más de 30.000 piezas.

Justo enfrente del teatro fuimos testigo de una de las mayores tradiciones de la Amazonia.
Se trata de la confrontación folclórica entre el buey Garantido (blanco con un corazón rojo en la frente) y el buey Caprichoso (de color azul y con una estrella en la frente).
Esta tradición tiene su punto culminante en la ciudad de Parintins donde en una representación a cielo abierto, compiten dos asociaciones: una de cada buey. La representación se realiza en el Bumbódromo un tipo de estadio con la forma de una cabeza de buey estilizada, con capacidad para 35 mil espectadores. Durante las tres noches de presentaciones, los dos bueyes exploran las temáticas regionales, tales como leyendas, rituales indígenas y costumbres de los ribereños a través de alegorías y escenarios.
Tras ello fuimos a visitar la cercana iglesia de San Sebastián.
En la plaza frente a ella se encuentra un monumento con imágenes de los cuatro continentes en que estuvieron los portugueses: América, Europa, Asia y África.
Nos dirigimos a través de calles sucias y con agujeros en las aceras, al Palacio Provincial, antigua sede de la Policía Militar, donde tomamos algo de líquido para no deshidratarnos en el bar del palacio ya que hacía una temperatura de 29 grados y una altísima humedad. En su interior visitamos diferentes exposiciones de pintura, arqueología, numismática y de uniformes de la policía militar.
Volvimos a la calle para dirigirnos al Palacio del Rio Negro. Es un palacio residencial del siglo XX que fue sede de gobierno y residencia del gobernador del estado de Amazonas. El nombre original era palacio Scholz, ya que el edificio fue construido por el empresario alemán Waldemar Scholz, considerado por muchos en su momento como «el barón del Caucho». El nombre se cambió a palacio Río Negro en 1918 después de la adquisición por el entonces gobernador del estado brasileño de Amazonas.
Visitamos su interior, tiene una escalera muy especial y una galería en el piso superior muy bella.
A través de los jardines del Palacio nos dirigimos siguiendo el curso del rio hasta llegar al Mercado Municipal, edificio construido en 1880 en estilo Art Nouveau donde compramos algunos recuerdos.
Cuando nos dirigiamos de vuelta al barco se desató una tormenta y nos refugiamos en una tienda a la espera de que amaine. Llegamos al barco tras la tormenta y fuimos a comer.
Tras la comida volvimos a la zona comercial para comprar alguna cosa y regresamos al barco nuevamente para despedirnos ya de la ciudad. La salida se produjo por la noche y no pudimos ver nuevamente el encuentro de las aguas.
Nos marchamos con el convencimiento de que hemos pasado dos días muy especiales en este destino tan exótico que nos ha ganado el corazón.
Nuestro próximo destino también en las aguas del Amazonas es Alter do Chao en la región de Pará que se halla a 426 millas náuticas.

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