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Nueva York (1) – 2 y 3 de Abril

Nueva York, 2 de Abril (1er día)

Previamente a la llegada a Nueva York, el capitán nos informó que sobre las 3 de la madrugada llegaríamos a la bahía de New York, pasando debajo del puente de Verrazano.
Sobre las 3,30 pudimos ver la Estatua de la Libertad desde nuestro camarote que estaba en la zona de babor y la pudimos fotografiar desde nuestra terraza
Posteriormente subimos al puente 13 para tener la visión de Manhattan iluminada, que era una maravilla.
Tras ello nos fuimos a dormir un ratito hasta las 7 de la mañana y después de desayunar subimos al puente 13 para ver el Pier 90 donde habíamos atracado, y desde allí vimos el skyline que nos rodea, así como un portaviones con aviones de diferentes tipos en su cubierta. Más tarde nos enteramos que se trata del `Intrepid’ un portaviones que se ha convertido en un museo de aviación.
El día era lluvioso y nos íbamos a mojar. Bajamos del barco y subimos a un autobús que nos llevaría a realizar un tour panorámico por la ciudad.
Lo cierto es que no fue una excursión ideal, el mal tiempo la condicionó como podréis comprobar en las fotos que os podemos mostrar, pero New York es New York y nunca deja de sorprenderte.
Iniciamos el tour dirigiéndonos hacía el Uptown, llegando a Columbus Circus, dejando Central Park a nuestro lado derecho.
Cogimos Broadway y pasamos frente al Lincoln Center donde volveríamos el día siguiente.
Circulamos por la zona del West End y al llegar a la calle 72 giramos, para pasar junto al famoso edificio Dakota donde vivía John Lennon y en cuya portería fue asesinado. Así mismo en uno de sus apartamentos se rodó el film de Polanski ‘La semilla del diablo’.
Desde allí nos dirigimos al norte por Central Park hacia Harlem, pasando frente al Museo Americano de Historia Natural, frente al cual pudimos observar una gran cantidad de niños y jóvenes haciendo cola para entrar, así como una gran cantidad de los famosos autobuses amarillos de transporte escolar aparcados en sus inmediaciones.
Al llegar a Harlem nos dirigimos a la Calle 125 considerada la «Calle principal» de Harlem; también llamada bulevar Martin Luther King, Jr. En ella se halla uno de los edificios más emblemáticos del barrio de Harlem, el teatro Apollo entre la Séptima y la Octava Avenida, denominadas Adam Clayton Powell Jr Blv. y Frederik Douglas Blv. Y frente al cual el autobús se detuvo.
Pudimos acercarnos a la puerta del teatro y comprobar que en la acera también hay placas doradas con los nombres de los grandes de la música afroamericana que actuaron en el, cómo Duke Ellington y Count Basie, y donde dieron sus primeros pasos estrellas de la canción como Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Michael Jackson y los Jackson 5, James Brown, Diana Ross, Stevie Wonder, Aretha Franklin, Mariah Carey o Marvin Gaye, o cómicos como Bill Cosby o Redd Foxx. En este teatro se siguen realizando sesiones los miércoles en donde debutan artistas que con el tiempo pueden alcanzar la fama.
Desde allí tomamos el Malcom X Boulevard y esta vez giramos a la izquierda para descender hacia el Uptown junto a Central Park por la 5ª Avenida. Aquí también nos encontramos edificios emblemáticos entre los que destacan el Museo Guggenheim, o el Museo Metropolitano de Arte.
A pesar de la lluvia pudimos comprobar el esplendor de Central Park y como la primavera empezaba a brotar, así como las formaciones rocosas en las que se asienta la isla de Manhattan.
Seguimos descendiendo por la 5ª avenida, dejando atrás otros edificios emblemáticos como el Hotel Plaza, la torre Trump o la catedral de Saint Patrick, hasta llegar a la calle 42 donde se halla Grand Central Station muy cerca del edificio Chrysler que pudimos observar.
Allí hicimos nuestra segunda parada y bajamos para realizar una visita a la sala principal de la estación.
La guía nos hizo fijarnos en el techo con unos frescos que da la sensación de que se abriera al cielo, ya que se trata de una bóveda celeste con la representación de las constelaciones del horóscopo. Aunque quién está acostumbrado a observar el firmamento pronto descubre que se pintó el zodiaco al revés. Nadie sabe exactamente cómo pudo ocurrir eso. Sin embargo, la familia Vanderbilt aseguró que no se trató de ningún error ya que la intención es que el arte sea visto por los Dioses y no por el ojo humano.
En la zona exterior de la estación pudimos observar tanto el magnífico reloj Tiffany que se encuentra en la fachada principal de Grand Central, y que se trata del reloj Tiffany más grande del mundo, así como el famoso viaducto de Park Avenue. También se pueden observar los cercanos edificios Chrysler y Summit, éste inaugurado a finales de 2020.
Desde Central Park nos dirigimos hacia el sur, al Downtown, por Park Avenue, llegando a la zona de Chinatown y Little Italy. Entrando en la zona financiera pasamos junto a Wall Street y allí pudimos observar las actualmente más famosas estatuas del distrito financiero.
La primera es el ‘el Charging Bull’, el toro que embiste. Esta escultura estaba instalada desde 1989 frente a la Bolsa de Nueva York por el artista italoamericano Arturo di Modica. Es un símbolo de fuerza, optimismo y prosperidad en la ciudad de Nueva York tras la crisis económica de 1987.
Actualmente la estatua se halla en Bowling Green, un parque público en el Distrito Financiero del Bajo Manhattan donde se forman largas colas para poder fotografiarse o bien tocando su cara o sus testículos, ya que dicen traen prosperidad a quien lo hace. Lo cierto es que hoy llovía bastante y la cola no era tan larga.
La segunda escultura realizada en 2017 es la de “La niña sin miedo” o Fearless Girl. Este monumento fue realizado como un recordatorio constante de la necesidad de generar políticas igualitarias en los lugares de trabajo.
Fue instalada originalmente en el parque Bowling Green en Nueva York el 7 de marzo de 2017, un día antes de la conmemoración del Día Internacional de las Mujeres. Sin embargo, un año después, la estatua tuvo que ser cambiada de lugar en noviembre de 2018 debido a las quejas del escultor Arturo Di Modica. Y es que “La niña sin miedo” estaba instalada justo frente a “El toro”. Desde la perspectiva del autor, la presencia de “La niña sin miedo” cambiaba el significado de su obra y hacía lucir al toro como una amenaza.
Ahora, la escultura de Kristen Visbal puede visitarse en Broad Street, justo frente al edificio de la Bolsa de Valores en Manhattan.
Finalmente llegamos a nuestro destino, la Zona Cero. Dejamos el autobús bajo una lluvia constante y nos dirigimos hacía el lugar donde se halla el monumento a los fallecidos el 11 de septiembre. El 9/11 Memorial es el nombre del monumento en memoria de las víctimas de los atentados del 11 de Septiembre, pero también conmemora a las víctimas de los ataques del 26 de febrero de 1993.
El monumento se abrió al público el 11 de septiembre de 2011. En total casi 3000 personas perdieron la vida en los ataques al World Trade Center. Los nombres de las víctimas están grabados en bronce en las dos piscinas que forman el centro neurálgico del monumento. La piscina norte y la sur están construidas exactamente en el mismo lugar donde antes se erigían las Torres Gemelas. Estas dos enormes piscinas están rodeadas de árboles, incluyendo el Survival Tree, el único árbol de la zona que sobrevivió a los atentados.
En esta zona también pudimos observar El Oculus: la estación futurista del World Trade Center, que es una obra del arquitecto Santiago Calatrava que se inició en 2004 y se inauguró en 2016.
Fue diseñada para sustituir a la antigua estación destruida durante los atentados. La nueva estación es una representación de un ojo con grandes pestañas, de ahí su nombre, aunque también es el símbolo de un ave que emprende el vuelo, metáfora del espíritu de una ciudad que no se rinde.
Nosotros si nos tuvimos que rendir y finalizar rápidamente la visita ya que nos estábamos calando y nos dirigimos a Brookfield Place un complejo de edificios con una plaza central cubierta donde hay diferentes cafeterías y donde pudimos descansar un poco, intentar secarnos y comer un sándwich antes de continuar con nuestro tour. De vuelta al autobús obsevamos el edificio construido junto a las antiguas torres gemelas, el ‘One World Trade Center’ originalmente conocido como Torre de la Libertad. Es el rascacielos más alto del hemisferio occidental y el séptimo rascacielos más alto del mundo con una altura de 541 metros y 104 pisos. Fue inaugurado el 3 de noviembre de 2014. Las nubes nos impidieron verlo en toda su altura dejando una imagen curiosa de él.
Nos dirigimos hacia el Rockefeller Center para subir al Top of the Rock, el mirador desde el que podríamos ver todo Manhattan. Supusimos que con el tiempo que estaba haciendo las vistas que observaríamos desde la cima del rascacielos serían bastantes pobres y decidimos preguntarle a la guía si era posible cambiar nuestras entradas por otras para otro día, ya que las que nos iban a dar eran individuales y nosotros nos íbamos a quedar más días. Las gestiones de la guía dieron resultado y las consiguió para dos días más tarde. Mientras nuestros compañeros visitaban el mirador, nosotros dimos un paseo por los pasillos del complejo de edificios, lleno de bares, restaurantes de todo tipo, llegando finalmente a The Rink, la famosa pista de patinaje del Rockefeller Center que en esos momentos estaban desmontando.
Cuando nuestros compañeros descendieron bastante decepcionados por lo poco que habían podido ver, nos dirigimos al autobús que nos llevó al muelle 90 y finalizar de esta forma la visita y nuestro primer día en New York, ya que la lluvia seguía siendo intensa y lo cierto es que con varios días por delante para visitarla decidimos subir al barco y dedicarnos a la ardua tarea de preparar las maletas que nos tenían que recoger esa noche, ya que a la mañana siguiente abandonábamos el crucero. Íbamos a pasar la última noche de nuestra vuelta al mundo 2024 en el MSC Poesía.



Nueva York 3 de Abril (2ºdía)

Nuestro segundo día en Nueva York empezó temprano puesto que debíamos abandonar el camarote a las 8 de la mañana y teníamos que desayunar antes.
A las 8,30 nos reunimos en el punto de encuentro junto a todas las personas que dejábamos el crucero en Nueva York y fuimos acompañados a una zona de la terminal donde se encontraban las maletas que la noche anterior habíamos dejado en la puerta del camarote.
Anticipadamente habíamos reservado junto a nuestros amigos Armand y Carme un SUV para que nos llevase hasta nuestro hotel, el Park Central en la 7ª avenida. Era caro, pero necesitábamos transportar 8 maletas y alguna bolsa, y en caso de haber reservado un taxi o un Uber hubiésemos necesitado dos vehículos
La hora de la recogida era a las 9 de la mañana, pero debido a que el tiempo seguía siendo malo y llovía, se demoró unos minutos. A las 9,30 llegamos al hotel y tras hacer el check in, nos indicaron que hasta las 14 horas no tendríamos la habitación a nuestra disposición. Nuestras maletas y las de nuestros amigos, que cogían el vuelo de vuelta a Barcelona por la noche, las dejamos las maletas en una habitación controlada en todo momento por un empleado.
En este punto os comentamos que con bastante antelación y tras oír una entrevista en la emisora RAC1 hablando sobre New York, contactamos con el periodista catalán Marc Tió, que ha creado una empresa que ofrece visitas guiadas por diferentes itinerarios de la ciudad, según los intereses de cada uno. La empresa se llama ‘Cap a Nova York’ y tras nuestra experiencia os la recomendamos sobremanera.
Cogimos el metro, donde Marc nos indicó que podíamos pagar directamente con una tarjeta de débito en el mismo torno de entrada, lo cual nos pareció muy sencillo. Nos dirigimos hacia la zona fronteriza entre Soho y Chinatown, en una parada de metro en Canal Street. Allí empezamos a caminar por las calles del Soho, barrio que se halla delimitado por las calles Houston, Canal, West Broadway y Lafayette Street. El SoHo, cuyo nombre es un acrónimo de South of Houston, es uno de los barrios más populares de Nueva York y rodeado por los famosos Little Italy al este, Tribeca al sur y West Village al norte.
Marc nos explicó que desde finales del siglo xx ha sido la ubicación de muchos lofts de artistas y galerías de arte que aprovecharon los locales vacíos y los bajos precios. También ha sido conocido por su variedad de tiendas, que van desde boutiques de moda a outlets de cadenas nacionales e internacionales.
La ciudad se quedó con un gran número de edificios históricos que no eran atractivos para el tipo de industria y comercio que sobrevivía en la ciudad en los años 1970. Los pisos superiores de muchos de esos edificios habían sido construidos como lofts comerciales que tenían grandes espacios libres para su uso en manufacturas u otros usos industriales. Dichos espacios atrajeron a estos artistas que los valoraban por sus grandes extensiones, sus grandes ventanales que permitían el ingreso de bastante luz natural y sus bajos alquileres.
La historia del área es un ejemplo arquetípico de regeneración urbana y de gentrificación que es el proceso de renovación de una zona urbana, generalmente deteriorada, que implica el desplazamiento de su población original por parte de otra de un mayor poder adquisitivo y que genera un mayor desarrollo socioeconómico, cultural, político y arquitectónico.
El SoHo tiene la mayor colección de arquitectura en hierro en el mundo. Hay aproximadamente 250 edificios de hierro forjado en Nueva York y la mayoría están en el SoHo.
El hierro forjado fue inicialmente utilizado como una cubierta decorativa para la fachada que se ponía sobre una edificación preexistente. Con la adición de modernas fachadas decorativas, los antiguos edificios industriales atrajeron nuevos comercios.
Paseamos por sus calles bajo una constante lluvia, no muy fuerte pero si molesta que nos iba empapando poco a poco. En una de sus calles Marc nos hizo observar que en unos edificios había las típicas escaleras de incendio exteriores que llegaban a la calle, y que fueron declaradas obligatorias tras el incendio que ocurrió el 25 de marzo de 1911.
En aquella época era habitual que en los barrios del Greenwich Village o el SoHo hubiera una gran cantidad de talleres textiles y que los dueños de esos talleres cerraran con llave a los trabajadores durante la jornada laboral para evitar robos, aunque también para evitar que sus trabajadoras (en su mayoría eran mujeres inmigrantes llegadas de Europa del Este e Italia sin conocimientos de inglés) salieran en medio de su horario de trabajo, ya que sus condiciones laborales eran penosas.
Ese día en la fábrica de camisas Triangle Waist Co., situada en el Edificio Asch, se inició accidentalmente un fuego que se expandió rápidamente hacia las plantas superiores. La empresa ocupaba los 3 últimos pisos de un edificio de 10 plantas en total. Las trabajadoras estaban encerradas con llave y no podían salir. Su única vía de escape eran las ventanas. Ante la desesperación, algunas de ellas saltaron por la ventana.
Fallecieron un total de 146 personas, de las cuales 123 eran mujeres de entre 13 y 46 años. Para garantizar la seguridad en los edificios, se exigió que todos ellos contaran con salidas de emergencia. La solución para todos aquellos edificios construidos anteriormente a la reforma era añadir esas escaleras en su fachada.
También nos hizo ver que en algunas edificaciones de la misma época no las había y nos explicó que el motivo era que las que dan a la calle son la de los edificios que tienen un apartamento delante y otro detrás, mientras que los que no las tienen son viviendas que ocupan toda la planta y por tanto salvan la fachada poniéndolas en la parte trasera del edificio.
Más adelante y frente a un edificio ubicado en la esquina de Broome Street y Broadway, Marc nos explicó su historia, construido en 1857 con fachadas de hierro fundido para dos frentes de calle que originalmente albergaba el emporio de moda de Eder V. Haughwout, que vendía vidrio tallado y platería, así como su propia porcelana pintada a mano y candelabros finos que atraía a clientes adinerados incluida la porcelana oficial de la Casa Blanca que compró la esposa del presidente.
Pero el hecho relevante de este edificio es que en él se instaló el primer ascensor de pasajeros del mundo, el 23 de marzo de 1857. Se trataba de un ascensor hidráulico diseñado para el edificio por Elisha Graves Otis. Esta novedad hizo que la gente fuera a conocerlo y de esta forma sería más fácil que compraran algunos de sus productos
Desde allí nos dirigimos hacia el norte de la calle Houston, el Noho, donde se halla la New York University. Es una zona donde se encuentran las diferentes escuelas, facultades, bibliotecas y residencias de los universitarios que asisten a ella.
Sus calles tienen también muchos restaurantes y cafeterías muy concurridas de estudiantes y en una de ellas decidimos darnos un respiro y tomarnos un café para poder recuperarnos del cansancio y evitar de esa forma durante unos minutos la persistente lluvia.
Desde allí nos acercamos al cercano Washington Square que es el corazón del Greenwich Village. Allí tomamos unas fotos del monumental arco de triunfo y pudimos comprobar la ausencia de los habituales jugadores de ajedrez dado el tiempo que teníamos.
Pudimos observar de cerca las dos estatuas en relieve del arco con la imagen del primer presidente de los EEUU.
Marc nos explicó las principales características de este barrio. Se trata de una gran área residencial que se extiende desde la calle Broadway al este, el río Hudson al oeste, la calle Houston al sur y la calle 14 al norte. Este distrito se halla inscrito en el Registro Nacional de Lugares Históricos.
Originalmente el barrio era un pueblo aparte creado en 1712. En 1822, una epidemia de fiebre amarilla en Nueva York hizo que los residentes se mudaran a Greenwich Village en busca de su mejor aire.
En los años 50, la Generación Beat y su movimiento se mudaron a este barrio en el que se reunieron poetas, cantantes, escritores, estudiantes, músicos y artistas que huían de la sociedad conformista y sentaron las bases para el futuro movimiento hippie de los años 1960.
Actualmente, Greenwich Village no solo se caracteriza por ser uno de los puntos de referencia de aquellos movimientos culturales, artísticos y sociales que contribuyeron a cambiar la cultura estadounidense, sino que también es un área residencial y turística de precios muy elevados, con unas mansiones muy lujosas.
En vista que el tiempo empeoraba por momentos decidimos dar por finalizada, no sin pena, la visita al Downtown y nos dirigirnos hacia la zona de Chelsea para coger el metro que nos llevase hacía las cercanías de nuestro hotel.
Tras llegar allí y pedir a Marc unos consejos sobre donde realizar algunas compras de cosas que nos faltaba, como por ejemplo una maleta grande, nos despedimos de él hasta el día siguiente en el que íbamos a conocer Brooklyn.
Llegamos al hotel bastante mojados y fuimos a preguntar si por casualidad ya teníamos a nuestra disposición la habitación, pero nos dijeron que aún no estaba lista. Por lo cual nos dirigimos a la cafetería del hotel para tomar un sándwich a la espera de nuestra habitación y de nuestros amigos que tenían que recoger las maletas para irse a las 4,30 al aeropuerto.
Una vez hubimos comido, nos indicaron que ya teníamos la habitación a nuestra disposición en el mismo momento en que nuestros amigos llegaron al hotel para recoger sus maletas. Nos despedimos de ellos y subimos. Donde tras asearnos y ver las vistas desde nuestra habitación, descansamos un poco.
Con anterioridad al viaje habíamos comprado entradas para asistir a la representación de la Opera ‘Turandot’ en el cercano Metropolitan Opera House del Lincoln Center que tenía lugar ese día a las 7 de la tarde. Mediante la aplicación de Uber reservamos un vehículo que nos recogiese en el hotel a las 5,45. La tarde se iba poniendo cada vez más intempestiva con un fuerte aguacero acompañado por un fuerte viento que entre otras cosas impidió que nuestro crucero zarpase esa tarde como estaba previsto y lo tuvo que hacer durante la mañana del día siguiente.
Eran las 6 de la tarde y la aplicación nos indicaba que el vehículo tardaría 15 minutos en llegar, pero a los 5 minutos nos indicó que veinte. Tras preguntar en la recepción del hotel sobre la posibilidad de un taxi, pero nos indicaron que en aquellas circunstancias era imposible, decidimos que si queríamos ir a la ópera debíamos ir caminando bajo la lluvia hasta la cercana estación de metro, a solo dos calles del hotel. Pese a la cercanía llegamos al metro muy mojados ya que el paraguas no servía de nada.
Teníamos que bajar en la siguiente parada y la suerte fue que desde la misma salida del metro y a través de pasadizos subterráneos pudimos llegar a la entrada inferior del edificio de la Opera, sin salir al exterior por lo que nos evitamos un nuevo baño. Tras dejar nuestros anoraks y paraguas mojados en el guardarropía, nos dirigimos a nuestras butacas en la platea de la sala. Se trataba de una sala majestuosa, que impresionaba por su belleza.
. Tras un rato de espera que aprovechamos para leer la revista que sobre la actuación nos dieron en la entrada, comenzó la representación operística.
¡Que maravilla de sonido, de escenografía, de interpretación, de efectos lumínicos¡. Realmente fue una experiencia inolvidable
Al finalizar la ópera, regresamos por el mismo camino para coger el metro. Bajamos en la misma parada, pero salimos por una boca diferente que daba a Columbus Circus, donde nos vimos sorprendidos por un fuerte temporal de viento que casi no nos dejaba avanzar, algo que no habíamos experimentado nunca antes.
Tras girar la esquina y dejar la plaza el viento se hizo más leve y pudimos dirigirnos hacía un local cercano a nuestro hotel donde nos tomamos un café y un sándwich horrible, del que dejamos la mitad. Tras ello subimos a la habitación, tomamos una reparadora ducha de agua caliente y nos fuimos a dormir agotados.

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