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Hanga Roa (Isla de Pascua), 20 y 21 de Febrero

Primer dia en Isla de Pascua (Rapa Nui)

Tras 4 días de travesía por el océano Pacífico, que ha hecho honor a su nombre, con un mar en calma y un tiempo excepcional, llegamos a la isla de Pascua, que debe su nombre a que el primer europeo que la registró, el almirante holandés Jacob Roggeveen, llegó a ella el Domingo de Resurrección de 1722. Para los isleños es Rapa Nui. Llegamos a primera hora de la mañana y el barco fondeó frente al minúsculo puerto de Hanga Roa, capital de la isla con 3.300 habitantes (la isla entera tiene 7.750 h.). La ciudad está situada al sur de la costa oeste de la isla entre dos volcanes extintos uno de ellos el Rano Kano del cual ya os hablaremos más adelante. La isla tiene 4 volcanes en total. Debido a los problemas de desembarque ya que éste se debía efectuar con las lanchas del barco y para poder entrar en el puerto se debía atravesar un camino estrecho rodeado de rocas, siendo necesario que cada barca fuera acompañada por un practico del puerto la excursión se retrasó y se hizo un poco incomoda puesto que tuvimos que esperar en la barca unos 40 minutos, frente al puerto, hasta que llegó nuestro turno de desembarco, 40 minutos de balanceo por la olas y dando gracias que nadie se mareó.
Una vez en tierra partimos con un autocar pequeño y nos dirigimos hacia el norte, hacía el volcán Ranu Raraku, lugar donde se encuentran las canteras donde los nativos de la isla tallaban los moais en un laborioso proceso, primero en la misma roca de la montaña se esculpía la parte delantera del cuerpo y la cabeza, la segunda parte era separarlo de la roca de la montaña para a continuación esculpirlo por detrás. Tras ello era trasportado hasta su emplazamiento definitivo y allí le eran colocados los ojos lo que hacía que el espíritu de la persona entrara en la figura, y según la tradición eso hacía que la misma figura se pusiera en pie. Podemos observar multitud de ellos en pie, así como algunos aún unidos a la ladera del volcán ya que estaban en proceso de construcción y no los separado aún de la montaña.
Tras esta interesante visita nos dirigimos hacia la plataforma cercana de moais denominada Ahu Tongariki, ahu quiere decir plataforma, y esta se trata de la más grande de la isla ya que cuenta con 15 moais que están de espaldas al mar. Todos ellos son de diferentes tamaños y diferentes caras ya que cada uno representa a una persona fallecida y guarda su espíritu. Entre ellos se encuentra una figura con lo que parece que es un sobrero, se llama pukao, tratándose realmente de un moño que llevaban los jefes ya que creían que su poder residía en no cortarse las puntas del pelo y por eso lo llevaban largo. Una verdadera maravilla.
Otra imagen de la plataforma de Ahu Tongariki
Tras está visita nos dirigimos a la Playa de Anakena, que según la tradición es donde llegó el rey Hotu Matu en su primera emigración, se cree desde la zona de Samoa o islas Marquesas. Al llegar a la isla la repartió en varias zonas dando una a cada uno de los clanes con la condición que solo podían cultivar y pescar dentro de sus zonas. La única zona compartida era la cantera para la construcción de los moais. Esa división que en algunos casos fue injusta llevó al inicio de disputas y posteriores guerras entre los diferentes clanes. En ellas se destruyeron numerosos moais ya que pensaban que haciéndolo debilitaban a sus enemigos. Se trata de una playa de arena fina rodeada de palmeras, con restaurantes y bares en forma de cabaña y con otra plataforma de moais Ahu Nau Nau con 7 moais que tienen petroglifos en su dorso. Desde allí nos dirigimos hacia Hanga Roa, la capital, donde llegamos buscando un sitio donde comer, lo que nos costó, ya que estaba todo completo. Finalmente, y tras una larga espera comimos un pastel de marisco y un ceviche de atún. Tras la comida paseamos por la ciudad y su calle principal visitando varias tiendas de souvenirs y artesanía. Nos dirigimos hacía la costanera que es como llaman al paseo marítimo y transitamos durante 20 minutos por un paisaje de la costa donde vimos a gente haciendo surf y bañándose, nos dirigimos al puerto para coger un tender y regresar al barco, dando por concluida nuestro primer día en Rapa Nui.
 

Segundo dia en Isla de Pascua (Rapa Nui)

Como sabíamos las dificultadas para bajar a tierra nos levantamos temprano para poder coger una lancha lo antes posible, ya que ese día íbamos a ir con dos amigos del crucero que habían alquilado un coche para hacer una visita a las zonas que aún no habíamos visitado. Cogimos un tender a las 8,30, aunque como ayer, nos tuvimos que quedar en medio del mar esperando la entrada al puerto durante más de 30 minutos. Una vez en tierra nos dirigimos hacia la agencia de alquiler de coches donde cogimos un Suzuki Jimny. Nos dirigimos en primer lugar hacía el volcán Ranu Kau en cuyo cráter se ha formado un lago lleno de vegetación, una verdadera maravilla como podéis comprobar. Desde allí tenemos una magnifica vista de casi toda la isla.
Imagen desde el volcán de Hanga Roa y el barco
Después nos dirigimos hacía Orongo, donde para entrar necesitábamos un guía y contratamos a una chica que está vendiendo souvenirs previo pago.
Nos muestra la zona y el poblado donde se realizaba el ritual del hombre pájaro o Tangatu Manu que era una competencia con un objetivo claro: los participantes debían llegar lo antes posible a el islote Motu Nui (“islote grande”), que se encuentran a unos metros de la isla y obtener antes que todos el primer huevo puesto por el Manu Rara, un gaviotín apizarrado que para ellos el pájaro de la suerte, es un ave migratoria que llegaba a la isla en primavera para poner sus huevos y cuidar sus crías. Era en esta fecha, en primavera, que se realizaba esta celebración en la que se elegía al nuevo Hombre Pájaro de Rapa Nui y el representante de su dios Make Make en la tierra, y quien junto a su tribu obtenía privilegios especiales y jerarquía en la isla durante todo un año (hasta que se volviera a realizar la competición). Durante la preparación había celebraciones, danzas, comidas y rituales. Dentro de estos últimos, se sacrificaban a varias víctimas de los clanes, las cuales eran comidas por los mismos integrantes para absorber su fuerza y ganar la competición. Los sacerdotes escogían a un representante joven de cada tribu (Hopu Manu), quienes competirían en esta importante prueba cargada de destrezas físicas. Los participantes escogidos subían al volcán Rano Kau y llegaban hasta la aldea Orongo donde los participantes vivían unas semanas en las 54 casas de la aldea. Desde ahí podían ver y analizar los tres islotes lejanos, el lugar hasta donde deberían nadar para ganar la competición. Tras ese periodo de espera, el último ganador de la competición llegaba al lugar y anunciaba el inicio de la carrera. Los Hopu Manu (el competidor joven que representa a cada aldea) bajaban raudamente por un acantilado prácticamente vertical y de unos 300 metros, que conecta a Orongo con la orilla del mar. Los que lograban sobrevivir o salir sin lesiones y heridas de esta primera prueba, nadaban más de 1 kilómetro hasta el islote más grande y lejano (el Motu Nui), ayudado sólo por un flotador realizado con elementos naturales de la isla. El trayecto incluía tiburones, un mar agitado y fuertes corrientes. Era un camino casi imposible. No todos lograban llegar, pero los que lo conseguían debían seguir luchando. Una vez en el islote todo se volvía aún más duro. Primero una larga espera, de hasta 3 semanas en las que había que esperar que llegaran los pájaros a empollar y poner sus huevos. Aunque lograran superar la espera, debían sobrevivir luchando contra sus rivales que intentaban robar las reservas de comida y, por si fuera poco, luego había que luchar por obtener el huevo antes que los competidores. El primero que obtuviera el huevo corría hacia uno de los extremos del islote y anunciaba su éxito gritando ‘Ka varu te puoko’ que significa afeita tu cabeza que era escuchado por un sacerdote que esperaba pacientemente en el acantilado de Orongo. Con el huevo en su poder, el ganador de la competicióna debía atravesar nuevamente las peligrosas aguas para volver a Orongo. En todo el trayecto debía mantener el huevo intacto, sortear otra vez la corriente y los tiburones y subir una vez más por el difícil acantilado. Son muchas las ocasiones en que ningún participante sobrevivió y en las que se debía esperar un año más para elegir a un nuevo gobernante. Cuando esto ocurría, los últimos ganadores mantenían el poder por los siguientes 365 días. Ya en Orongo el joven competidor le entregaba el huevo al líder de su clan y se convertía en el Tangata Manu de ese año. En el mismo lugar se encendía una fogata en la que se le agradecía a Make Make y se daba por finalizada la competencia. Al ganador le afeitaban la cabeza, se le entregaba una peluca de cabello humano que debería usar durante todo un año y era pintado con los mismos colores de las pinturas de la isla: blanco, rojo y negro. Tras ello ocurrían dos hechos importantes. En primer lugar, la tribu ganadora obtenía el poder por un año (junto con privilegios sociales y políticos), pero el participante que obtuvo el huevo era relegado a vivir en la soledad ya que era considerado una persona sagrada, y según las creencias de los nativos nadie podía acercarse, tocarlo o hablarle (ni siquiera su familia). Durante el encierro, el joven no podía bañarse y sus únicas actividades eran dormir y comer. Al año el Tangata Manu (el ganador de la prueba)volvía a su vida normal con una jerarquía más alta y también el respeto y admiración de toda la isla.
Disculpar está narración tan extensa pero creemos que es muy interesante y os gustaría saberla.
Posteriormente y siempre con la lluvia persiguiéndonos, que solo nos alcanzó en un trayecto dentro del coche nos dirigimos a el Ahu de Aka Hanga donde hemos de contratar otro guía, que nos enseña este lugar donde observamos los famosos Hare Paenga (casas bote), el lugar construido para que los nativos pudieran dormir, también vemos cerca de las casas, los hornos con los que los nativos cocinaban, hechos de piedra y forman una especie de macetero que los isleños calentaban para poner luego la comida y cocinarla a fuego vivo. Vemos la cueva Ana Akahanga que los nativos a utilizaban sólo como refugio temporal para protegerse de la lluvia y el frío. También visitamos el Ahu Aka Hanga, una plataforma de aproximadamente 18 metros con 13 moais derrumbados tras las guerras internas que existieron entre las tribus de la isla y que no han sido restauradas como otras de Rapa Nui pero aun estando en el suelo son sorprendentes y permiten conocer en un estado casi de exactitud pura, cómo eran cuando se construyeron. Según la tradición también se encontraba aquí la tumba del primer rey Hotu Matua. Aunque realmente la sensación que tenemos es que es una zona importante pero sin restaurar y que nos defrauda y que no valía la pena visitar.
En todo el recorrido podemos ver la gran vegetación baja en toda la isla donde abundan las guayabas que son devoradas por las numerosas vacas que nos encontramos por el camino atravesando la carretera en plena libertad, así como gran cantidad de caballos, perros e incluso gallinas y gallos que campan a sus anchas a lo largo de toda la isla.
De allí nos vamos nuevamente a la playa de Anakena, donde comemos en un chiringuito. Después bajamos a playa y nos damos un baño. Tras el baño regresamos a Hanga Roa donde al llegar comprobamos que ha llovido mucho y es que el clima en la isla, como supongo debe ser en las islas del Pacifico es muy cambiante y pasamos de un día radiante con un sol abrasador a una tormenta que deja una gran cantidad de agua en un instante para nuevamente lucir el sol pocos minutos después. Visitamos la iglesia, un centro de artesanía y finalmente otra plataforma de mohais de Ahu Tahai junto al que se encuentra un mohai reconstruido con ojos y que como veis en la foto adjunta esta custodiada por nuestro crucero. Desde allí nos dirigimos al puerto para coger un tender y regresar al barco. Han sido dos días maravillosos en la que hemos conocido un verdadero paraíso y que solo por ello ya valía la pena el viaje. Os recomendamos que si algún día pasáis cerca de ella os acerqueis, total solo está a 3800 km del continente, un paseo.
Bajo estas líneas podéis ver una vista de la isla desde el volcán Rano Kao
Y ahora os mostramos algo muy especial. Una grabación desde el balcón de nuestro camarote navegando por el Océano Pacifico, que en ese momento demostraba el porqué del nombre con que fue bautizado

1 comentario

  1. María Jesús Camino Cayetana

    Oleeeee oleeee que felicidad de viaje.
    Muchos besos de las peluqueras Manolo Guillén…. A seguir disfrutando de tan bonitos paisajes. Un cocktail a nuestra salud. Please!! 🥰

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