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Nueva York (2) – 4 y 5 de Abril

Nueva York, 4 de Abril (3er día)

Tras descansar de la paliza del día anterior, nos levantamos comprobando que había dejado de llover. Tomarnos un ligero desayuno comprado en la tienda del hotel y a las 9 en punto, nuestro ‘cicerone’ Marc se encontró con nosotros en el hall para iniciar la visita de la mañana. Se trataba de visitar uno de los cinco barrios de Nueva York, Brooklyn.
Nos dirigimos a tomar el metro hacia la zona de Bedford Av. en el barrio de Williamsburg. Se trata según nos explicó Marc de una zona donde viven muchos grupos étnicos como los alemanes, los judíos jasídicos, los italianos, los puertorriqueños y los dominicanos.
El barrio hace un tiempo fue un polo de atracción de jóvenes que se mudaron allí y llegando a ser un lugar influyente del indie rock y de la llamada cultura hípster. En Williamsburg reside una pujante comunidad de artistas, sobre todo a lo largo de la Avenida Bedford.
En sus calles pudimos encontrar pinturas en las paredes como las de Miami
Marc nos explicó también que en este barrio en las vallas y murales publicitarios los anuncios son pintados por artistas, como tuvimos la oportunidad de comprobar, siendo esta una forma de darles un empleo.
También nos indicó que al igual que pasó en el Soho y en Greenwich Village, durante la segunda década del siglo XXI, la gentrificación se ha ido extendiendo por Williamsburg, convirtiéndolo en una extensión de Manhattan, con viviendas de lujo, bares, restaurantes y locales de diversión caros, que han barrido el espíritu creativo del barrio y muchos artistas y músicos se han trasladado a otros barrios o fuera de la ciudad, debido a la presión inmobiliaria y a la subida de los alquileres. Como ejemplo la foto de una antigua fabrica transformada en hotel donde el deposito de agua se ha transformado en el restaurante con vistas.
Nos dirigimos hacia una zona cercana donde  donde se ha creado un parque y jardines que llevan a un paseo junto al rio.
Una vez llegados a la orilla podemos observar una magnifica vista de los rascacielos del Midtown de Manhattan.
Siguiendo el paseo junto al rio nos encontramos con el monumental edificio que albergó la refinería azucarera de la empresa Domino Sugar, en desuso desde 2004, y que hoy en día es el centro de un proceso de transformación urbana y paisajística de la orilla este del East River.
Se ha creado otro parque en la zona donde anteriormente estaban los muelles de carga y descarga de mercancías, de los cuales se han mantenido como símbolo histórico de su pasado las antiguas grúas. A su alrededor se están construyendo edificios modernos en lo que será una nueva zona comercial y de viviendas. Es curioso observar el edificio moderno construido en el interior de la antigua fábrica de azúcar de la que se ha conservado la fachada y la chimenea.

Desde el paseo que discurre por este parque podemos observar el cercano puente de Manhattan y a lo lejos el icónico puente de Brooklyn.

Siguiendo nuestra ruta nos adentramos en el barrio judío en la zona sur de Williamsburg, cuya visita realmente nos impactó.
Comprobar como visten todos los componentes de la comunidad de judíos ultraortodoxos, uno de los mayores grupos del judaísmo jasídico, y también uno de los más estrictos y alejados de la cultura moderna. Sus vestimentas los hacen inconfundibles: ellos, con túnicas negras, sombrero alto, largas barbas y tirabuzones; las mujeres, con ropa recatada, falda larga, medias tupidas y peluca.
Esta comunidad se trasladó a Nueva York desde Hungría después de la Segunda Guerra Mundial y se instaló en el sur del barrio de Williamsburg. En aquel momento, se trataba de una secta muy pequeña, pero creció tan rápido que pronto formó un barrio independiente del resto de Nueva York, con su propia red de comercios, escuelas e instituciones religiosas y donde ahora viven más de 80.000 judíos.
Los autobuses escolares están rotulados en yiddish, su idioma principal, aunque también hablan inglés.
Nos llamó mucho la atención el aspecto desangelado de las calles, con fachadas viejas, ventanas con rejas, comercios austeros y mucha basura en las aceras. Por ellas transitan grupos de hombres y por otro lado, mujeres rodeadas de niños. Durante buena parte del día viven en esferas separadas. La imagen es la de un barrio hermético y apartado del día a día del resto de Nueva York.
Quizás lo más impactante del barrio judío de Brooklyn sean las mujeres, que vestían ropa recatada de colores oscuros, con faldas por debajo de la rodilla, medias que llevan incluso en verano y jerséis o chaquetas sencillos y con manga hasta el codo, excepto las niñas que llevaban ropa de colores. Podías distinguir las casadas de las solteras, ya que las primeras se rapan el pelo y se cubren la cabeza con pelucas del mismo estilo y corte, así como sombreros y pañuelos. La mayoría de hombres se dejan crecer dos tirabuzones a ambos lados de la cabeza, los payot.
Otra de las características del barrio que Marc nos hizo observar es la posición de las terrazas en los edificios, que están intercaladas ya que no pueden tener ninguna cubierta encima de su terraza que les impida ver el cielo en una de sus festividades más importantes.
Tras dejar el barrio de Williamsburg nos dirigimos hacia el Downtown de Brooklyn, un barrio que es el tercer distrito comercial más grande de la ciudad de Nueva York.
Es una zona de edificios residenciales y de oficinas. Desde su reurbanización en 2004, el área ha experimentado una importante transformación debido a una gran inversión privada y mejoras públicas.
Es una zona con numerosos rascacielos entre los que destaca el Brooklyn Tower de 327 metros, pero con una forma que desde la distancia se asemeja a la Torre de Mordor.
En el centro del Downtown también se halla la zona más antigua del barrio y allí el Brooklyn Borough Hall, un edificio finalizado en 1848 para ser utilizado como el Ayuntamiento de la antigua ciudad de Brooklyn.
En enero de 1898, la ciudad independiente de Brooklyn se fusionó con la ciudad de Nueva York momento en el que el edificio se convirtió en Brooklyn Borough Hall.

Desde allí nos dirigimos nuevamente hacía el rio para volver a tener la visión de Manhattan. Esta vez justo delante de la zona sur, con las vistas de Battery Park y el distrito financiero, con el puente de Brooklyn a nuestra derecha.

Cogimos el metro para volver al Midtown ya que a las 13.30 teníamos la reserva para subir al Top of the Rock del Rockefeller Center. Cerca ya del edificio nos despedimos de Marc, agradeciéndole la magnífica experiencia que habíamos disfrutado en su compañía y que gracias a sus conocimientos y explicaciones nos hizo ver y conocer la ciudad de una forma mucho más amena e interesante. Realmente os recomendamos que contactéis con él si tenéis intención de ir a visitar la ciudad de Nueva York y queréis tener una visión diferente de esta gran ciudad (www.capanovayork.cat).
Tras esperar unos 10 minutos en una cola a que llegase la hora de poder coger el ascensor para subir al piso 68 del edificio Rockefeller, llegamos a él.
Es una planta con ventanales al exterior, por lo cual decidimos subir al siguiente piso que si tiene una terraza al aire libre para poder contemplar toda la isla de Manhattan
Tras tomar algún video y foto descendimos y en la planta sótano del edificio, lleno de bares y restaurantes entramos en uno de ellos llamado Puya – Tacos de Puebla donde comimos unos tacos.
Tras la comida volvimos a dirigirnos al metro para tomar la línea que nos llevaría al Downtown hacía la zona de South Ferry cerca de Battery Park y desde allí dirigirnos al lugar donde está la base de helicópteros. Era el plato fuerte del día.
A Inma le habían regalado sus hijos un paseo en helicóptero por Manhattan y ese día era el de la reserva, gracias a Dios el tiempo nos lo permitió.
La reserva era a las 5, llegamos a las 4,15 y preguntamos si lo podíamos adelantar, cosa que finalmente pudimos hacer y tras esperar unos 20 minutos y recibir instrucciones de comportamiento tanto en el acercamiento al helicóptero como durante el vuelo, subimos a uno de ellos y disfrutamos de la maravillosa experiencia de sobrevolar Manhattan y poder observarla en toda su magnitud.
Os adjuntamos a continuación una serie de fotos así como dos videos grabados durante el vuelo.
Tras descender del helicóptero, nos volvimos a dirigir al metro para ir hasta la parada de la calle 57 con la 5ª avenida.
Desde allí nos dirigimos hacia el sur pasando por delante de Tiffany’s y de la Trump Tower. Entramos en la iglesia de Saint Thomas que tiene un retablo precioso.
Siguiendo la avenida llegamos también a Saint Patrick’s Cathedral, la cual también visitamos en su interior.
Volvimos a pasar delante del Rockefeller Center y entramos a cenar en una especie de paseo interior lleno de diferentes puestos de comidas, la mayoría de ellos de comida asiática (vietnamita, indonesia, etc.). Nosotros nos decidimos por un japonés donde cenamos sushi.
Para completar el intenso día nos dirigimos hacia Times Square, con sus anuncios de neón y una gran multitud haciéndose selfis.
Disfrutamos del ambiente durante un rato, pero era tal el agotamiento que llevábamos que decidimos volver al hotel, que no se hallaba muy lejos y dar por finalizada nuestra tercera jornada en Nueva York.



Nueva York 5 de Abril (4ºdía)

Empezamos nuestro último día en Nueva York yendo a desayunar a una cafetería Starbucks colindante con nuestro hotel. Realizamos el ckeckout dejando las maletas en el depósito del hotel y reservamos un taxi para que nos llevase al aeropuerto a la tarde. Siguiendo las instrucciones que nos dio Marc el día anterior, nos dirigimos al metro para ir al barrio de Chelsea. Una vez allí fuimos al Chelsea Market, un antiguo edificio de ladrillo rojo que ocupa toda la manzana
Su interior con varios pisos alberga bares, restaurantes, tiendas de alimentación, confección, artesanía y souvenirs.
De pronto observamos como todos los móviles empezaban a recibir mensajes y la gente miraba con cara de asombro y de esa forma nos enteramos que acabábamos de sufrir un terremoto de 4,8 grados. Nosotros no nos habíamos dado cuenta de nada, seguramente porqué estábamos en el metro en ese momento
Tras dar una vuelta por el mercado nos dirigimos hacia la cercana Little Island, una isla artificial con una estructura muy imaginativa con bloques en forma de flores y que tiene en su interior zonas de recreo infantil y diferentes caminos que llevan a una cumbre desde donde contemplar el skyline de la zona del Hudson Yards.

Desde la isla nos dirigimos un poco hacia el sur para llegar al inicio de la High Line un parque elevado construido sobre una antigua vía de tren. Es un espacio recuperado del pasado y se extiende a lo largo de 2,3 km, desde Gansevoort Street hasta la calle 34, y entre las avenidas 10 y 12.

Su historia es muy curiosa. En los años 30 del siglo pasado, la vía de tren elevada donde se encuentra, se utilizaba para transportar mercancías entre las fábricas y almacenes del oeste de Manhattan, una zona muy industrial. En el barrio del Meatpacking District, donde se inicia el camino se hallaba la industria de la carne de Nueva York, con mataderos y plantas de empaquetamiento.
En los años 80, la vía se abandonó por completo y se fue llenando de plantas y arbustos que crecían entre el cemento. En los 90 la ciudad decidió derribarla para poder construir, pero un grupo de vecinos de Chelsea comenzó a luchar para que la High Line se transformara en un parque público abierto a todo el mundo, cosa que consiguieron e inauguraron en 2009.

Esta antigua vía que está rodeada de flores, árboles y exposiciones temporales de arte, así como murales y esculturas, es un punto de vista atípico de la Gran Manzana.

Se camina entre edificios y se pueden ver las salas de estar de las viviendas que están a la altura del camino.
El éxito de la High Line ha provocado un efecto brutal en su entorno. No todo es bonito en esta historia: el parque ha tenido tanto éxito desde el primer día que, a su alrededor, se ha creado un boom inmobiliario.
Hoy, la High Line está rodeada de pisos y rascacielos de lujo y la tranquilidad que buscaban los vecinos que lucharon por ella ya es impensable. Al final de su recorrido se encuentra una de las nuevas y exitosas áreas de Nueva York, Hudson Yards.
Es uno de los barrios más nuevos de Manhattan. La construcción del complejo comenzó a finales de 2012, y la primera parte abrió a principios de 2019.
Es una zona en pleno crecimiento que ha recibido una gran inversión para su desarrollo. En este momento lo forman 5 rascacielos entre los que destacan el edificio llamado The Spiral de 314 metros y sobre todo la North Tower donde se halla el Edge Observation Deck, un impresionante mirador situado en el piso número 100 del rascacielos. Es un mirador al aire libre que sobresale del edificio, a una altura de 335 metros y con muros de cristal inclinados y el suelo parcialmente transparente.
Justo enfrente de este edificio se encuentra uno de los nuevos iconos de la ciudad, The Vessel, mitad obra de arte y mitad atracción turística. Tiene un gran éxito entre los visitantes. Se trata de una red de escaleras en forma de vasija (de ahí el nombre en inglés). Durante un tiempo tuvo otro título mucho más literal, New York’s Staircase (o las escaleras de Nueva York). Es una verdadera maravilla arquitectónica que tuvo un coste elevado, cerca de 200 millones de dólares. Tiene más de 45 metros desde el suelo y está formada por 154 tramos de escaleras que conectan 80 rellanos con 2.500 escalones.
En la actualidad está prohibido el paso a su estructura debido a que posiblemente por su gran fama, era el lugar favorito de los suicidas para llevar a cabo su acción. Se están instalando medidas de seguridad para impedirlo y parece que muy pronto se podrá subir nuevamente.
Justo enfrente del Vessel se halla un centro comercial con un mercado gastronómico español llamado Little Spain, en su sótano, y hacia allí nos dirigimos. Nos sentamos en un restaurante donde previamente preguntamos si tenían tortilla española y nos respondieron de forma afirmativa. Las ganas de comer una buena tortilla de patata y cebolla nos pudieron y la acompañamos con unos callos con garbanzos y ensaladilla ucraniana, (rusa para nosotros). Sin duda la mejor comida de nuestra estancia en Nueva York.
Tras el café y de paso descansar, nos dirigimos nuevamente hasta el metro y fuimos hasta la parada de la calle 59 cerca de Central Park. Entramos a visitar la tienda de Appel que se halla justo enfrente del Hotel Plaza, una tienda espectacular
Desde allí seguimos por la 59 frente a Central Park hasta llegar a la 7 avenida que es donde se hallaba nuestro hotel. Una vez en él, recogimos nuestras maletas, nos dio tiempo de tomar otro café e inmediatamente fuimos requeridos por uno de los porteros que nos indicó que nuestro taxi ya había llegado.
Tras un trayecto en medio de un tránsito muy denso, atravesando Manhattan, cruzando el East River por el túnel de Queens, barrio que cruzamos de oeste a este, llegamos finalmente a la terminal del aeropuerto J.F.K. Nos dirigimos al mostrador de Level, donde tras una larga espera pudimos facturar nuestras maletas y dirigirnos a la sala de espera cercana a la puerta de embarque donde finalizaba nuestra aventura de la Vuelta al Mundo y con ella este blog. Espero que lo hayáis pasado tan bien leyendolo como nosotros escribiéndolo y solo resta por decir que esto continuará…………

1 comentario

  1. Beatriz

    Que suerte la entrada en barco por la noche, las vistas de Manhattan desde el mar y desde el aire.
    Todo espectacular. Los barrios, las visitas guiadas, los videos. Nos podemos hacer una idea muy detallada de la visita.
    Muchas gracias Jose María por compartirlo.
    Un fuerte abrazo

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